Magnolia

Un rayo de sol atravesó la ventana. Reflejos magenta bailaron en la pared, recordándome la Santa Rita del patio. Abrí los ojos y su perfume se apoderó de mi cuerpo. La brisa acariciaba las hojas y ese sonido llegó hasta mí en forma de música, junto con el aleteo de algún pájaro. El aroma a café subió por las escaleras y pensé “acá y así, viviría toda la vida”. El Barrio estaba cubierto de árboles que dejaban sus flores caer. Su regalo claramente fue darme una de esas. La flor que se abre de noche. Como vos, que activabas tus sentidos apenas desaparecía el sol. Quizá eso era lo que te hacía levantarte antes de la cama y salir a buscarlas. Una. Dos. Tres. Perdí la cuenta de cuantas fueron. Las fui guardando en mis libros, como quiera espera un final anunciado.